[ Pobierz całość w formacie PDF ]

atravesarlo, sin que les llegase el agua a las rodillas. Después de esta
amenaza, difiriendo la expedición contra Babilonia, dividió su ejército
en dos partes, y en cada una de las orillas del Gyndes señaló con unos
cordeles ciento ochenta acequias, todas ellas dirigidas de varias mane-
ras; ordenó después que su ejército las abriese; y como era tanta la
muchedumbre de trabajadores, llevó a cabo la empresa, pero no tan
pronto que no empleasen sus tropas en ella todo aquel verano.
84
Este Labyneto es el Baltasar del cap. V de Daniel.
85
Estos eran los caballos que llamaban Nyséos. Véase el libro VII. párrafo 40.
105
Este documento ha sido descargado de
http://www.educ.ar
www.elaleph.com
Herodoto de Halicarnaso donde los libros son gratis
CXC. Después que Cyro hubo castigado al río Gyndes desangrán-
dole en trescientos sesenta canales, esperó que volviese la primavera, y
se puso en camino con su ejército para Babilonia. Los Babilonios,
armados, lo estaban aguardando en el campo, y luego que llegó cerca
de la ciudad le presentaron la batalla, en la cual quedando vencidos se
encerraron dentro de la plaza. Instruidos del carácter turbulento de
Cyro, pues le habían visto acometer igualmente a todas las naciones,
cuidaron de tener abastecida la ciudad de víveres para muchos años, de
suerte que por entonces ningún cuidado les daba el sitio. Al contrario,
Cyro, viendo que el tiempo corría sin adelantar cosa alguna, estaba per-
plejo, y no sabia qué partido tomar.
CXCI. En medio de su apuro, ya fuese que alguno se lo aconsejase,
o que él mismo lo discurriese, tomó esta resolución. Dividiendo sus
tropas, formó las unas cerca del río en la parte por donde entra en la
ciudad, y las otras en la parte opuesta, dándoles orden de que luego que
viesen disminuirse la corriente en términos de permitir el paso, entra-
sen por el río en la ciudad. Después de estas disposiciones, se marchó
con la gente menos útil de su ejército a la famosa laguna, y en ella hizo
con el río lo mismo que había hecho la reina Nitocris86. Abrió una
acequia o introdujo por ella el agua en la laguna, que a la sazón estaba
convertida en un pantano, logrando de este modo desviar la corriente
del río y hacer vadeable la madre. Cuando los Persas, apostados a las
orillas del Eufrates, le vieron menguado de manera que el agua no les
llegaba más que a la mitad del muslo, se fueron entrando por él en
Babilonia. Si en aquella ocasión los Babilonios hubiesen presentido lo
que Cyro iba a practicar o no hubiesen estado nimiamente confiados de
que los Persas no podrían entrar en la ciudad, hubieran acabado mala-
mente con ellos. Porque sólo con cerrar todas las puertas que miran al
río, y subirse sobre las cercas que corren por sus márgenes, los hubie-
ran podido coger como a los peces en la nasa. Pero entonces fueron
sorprendidos por los Persas; y según dicen los habitantes de aquella
106
Este documento ha sido descargado de
http://www.educ.ar
www.elaleph.com
Los nueve libros de la historia donde los libros son gratis
ciudad, estaban ya prisioneros los que moraban en los extremos de ella,
y los que vivían en el centro ignoraban absolutamente lo que pasaba,
con motivo de la gran extensión del pueblo, y porque siendo además un
día de fiesta, se hallaban bailando y divirtiendo en sus convites y festi-
nes, en los cuales continuaron hasta que del todo se vieron en poder del
enemigo. De este modo fue tomada Babilonia la primera vez87.
CXCII. Para dar una idea de cuánto fuese el poder y la grandeza de
los Babilonios, entre las muchas pruebas que pudieran alegarse referirá
lo siguiente: «Todas las provincias del gran Rey están repartidas de
modo que, además del tributo ordinario, deben suministrar por su turno
los alimentos para el soberano y su ejército. De los doce meses del año,
cuatro están a cargo de la sola provincia de Babilonia, y en los otros
contribuye a la manutención lo restante del Asia. Por donde se ve que
en aquel país de la Asiria está reputado por la tercera parte del Imperio,
y su gobierno, que los Persas llaman Satrapia, es con mucho exceso el
mejor y más principal de todos, en tanto grado, que el hijo de Artabaso,
llamado Tritantechmas, a quien dio el mando de aquella provincia,
percibía diariamente una ártaba88 llena de plata, siendo la ártaba una
medida persiana que tiene un medimno y tres chenices áticos89. Este
mismo, sin contar los caballos destinados a la guerra, tenía para la
casta ochocientos caballos padres y dieciseis mil yeguas, cubriendo
cada caballo padre veinte de sus yeguas. Y era tanta la abundancia de
Persas indianos que al mismo tiempo criaba, que para darles de comer
había destinado cuatro grandes aldeas de aquella comarca, exentas de
las demás contribuciones.
CXCIII. En la campiña de los Asirios llueve poco, y únicamente lo
que basta para que el trigo nazca y se arraigue. Las tierras se riegan con
86
Algo de esto había predicho Jeremías en el cap. 41. Jenofonte, a quien se
tiene comúnmente por más exacto que Herodoto, desfigura mucho el hecho,
sin hacer mención de la citada laguna.
87
Ganó Cyro a Babilonia en 3424.
88
Le corresponden 72 cuartillos de materia líquida, pero se usaba igualmente
para cosas sólidas.
89
El medimno o medio contiene siete colomines; el chenix dos sextarios, y el
sextario cosa de un cuartillo.
107
Este documento ha sido descargado de
http://www.educ.ar
www.elaleph.com
Herodoto de Halicarnaso donde los libros son gratis
el agua del río, pero no con inundaciones periódicas como en Egipto,
sino a fuerza de brazos y de norias. Porque toda la región de Babilonia,
del mismo modo que la del Egipto, está cortada con varias acequias,
siendo navegable la mayor; la cual se dirige hacia el Solsticio de
invierno, y tomada del Eufrates, llega al río Tigris, en cuyas orillas está
Nino.
Esta es la mejor tierra del mundo que nosotros conocemos para la
producción de granos; bien es verdad que no puede disputar la prefe-
rencia en cuanto a los árboles, como la higuera, la vid y el olivo. Pero
en los frutos de Céres es tan abundante y feraz, que da siempre dos-
cientos por uno; y en las cosechas extraordinarias suele llegar a tres-
cientos. Allí las hojas de trigo y de la cebada tienen de ancho, sin
disputa alguna, hasta cuatro dedos; y aunque tengo bien averiguado lo
que pudiera decir sobre la altura del maíz y de la alegría, que se parece
a la de los árboles, me abstendré hablar de ello, pues estoy persuadido
de que parecerá increíble a los que no hayan visitado la comarca de
Babilonia cuanto dijere tocante a los frutos de aquel país.
No hacen uso alguno del aceite del olivo, sirviéndose del que sacan
de las alegrías. Están llenos los campos de palmas, que en todas partes
nacen, y con el fruto que las más de ellas producen se proporcionan
pan, vino y miel. El modo de cultivarlas90 es el que se usa con las hi-
gueras; porque tomando el fruto de las palmas que los Griegos llaman
machos, lo atan a las hembras, que son las que dan los dátiles, con la
mira de que cierto gusanillo se meta dentro de los dátiles, el cual les [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • razem.keep.pl